lunes, 19 de febrero de 2018

ISABEL Y FERNANDO, CADA UNO EN SU CABALLO


Soy fan de Axterix y Obelix, y esa irreductible aldea gala creada por Uderzo y Goscinny, no solo por su ingenio, sino por la más que segura y obligada labor de estudio y búsqueda de datos para situar a los personajes en un contexto histórico concreto y real.

Este artículo no prende ser ninguna clase en miniatura de Historia. Pero, después de leer, escuchar y oír muchos rebuznos, vengo yo y digo la mía. La sangre que me hierve la he intentado calmar pasándola por el filtro del cerebro, y no solo por el hígado, que ya va muy cargadito.

Pues bien, la conocida frase de “Isabel y Fernando, tanto monta, monta tanto”, siempre la entendí como la plasmación de una igualdad en la toma de decisiones. Una igualdad en su reinado, donde la reina no era solo,  por ser mujer,  que la consorte destinada a tener descendencia para que continuara la dinastía,  (no se vosotros cómo la entendéis).

Por cierto, ya que menciono el tema de la descendencia, y que recayera sobre las espaldas de la mujer si el terreno resultaba estéril, abro un breve paréntesis sobre el tema, ya que no siempre el que no hubiera descendencia era consecuencia de su “parte”. Seguro que os viene a la memoria algún real nombre que otro sin salir de la Península Ibérica. Pero ese es otro tema.

A lo que voy!. Y, ya que digo Península Ibérica, y para cepillarme unos cuantos siglos de Historia antes de, por ejemplo, el año del Señor de 1492, habían habitado estos lares los Íberos, los celtas. Se pasaron y dejaron su huella los fenicios, los griegos, los cartagineses, los romanos, para dar paso a los godos y visigodos. Sin olvidar las incursiones de los vikingos, intrépidos ello, subiendo por el Guadalquivir (al-wādi al-kabīr, «el río grande»).

Si no erro, es en esta época, la de los visigodos, cuando se inicia por el Islam su expansión desde la península arábiga al suroeste de Asia y Oceanía, norte de África, y gran parte de la  Península Ibérica, incluyendo partes del Imperio bizantino.

¿A dónde quiero ir a parar con tantas idas y venidas de gente?. Pues, a  lo evidente. Pueblos y civilizaciones han existido siempre. Los imperios, en esta época histórica, se formaban a base de guerras y ganar territorio para el caudillo o rey de turno.

Volvamos a la península y a la rapidísima entrada del ya poderoso Imperio musulmán. Rápida porque no existía ningún reino grande y unificado que ocupara toda Iberia ( las tres provincias que formaban la Hispania romana). A los sumo, pequeñas zonas dispersas, ocupadas en guerrear entre sí. Según los historiadores corría el año 711.

Y entre el año 711 hasta el 1492 pasan unos cuantos siglos, ¿verdad?. ¿Por qué estuvieron tantos siglos dejando una impronta incuestionable?. A parte de estar mucho más avanzados en el arte de la guerra, de la medicina, de la astrología, y de todas las artes y ciencias de la ápoca.

La única parte que no pisaron (no digo ni para bien ni para mal, sencillamente es así), fue la zona norte peninsular, léase Marca Hispánica auspiciada por Carlomagno, (autoproclamado Emperador), siendo sus guardianes los habitantes de la zona. Todos ya muy cristianos.

Pasan los años, pasan los siglos, y en la cordillera cántabra un pequeño embrión va tomando forma de Reino; y por la zona montañosa los vascos se hacen inexpugnables, al igual que Navarra. Y guerrita por aquí, escaramuza por allá entre los propios reinos cristianos para expandir sus tierras y adherirlas a su Condado o Corona, para de vez en cuando se enfrentaban al poderoso ejército musulmán.

Para éste también pasa el tiempo, y después de 700 años, Damasco quedaba muy lejos, y también querían su trocito de tarta. Ya tenemos los reinos de Taifas.

Al tiempo, los acuerdos y pactos temporales seguían según conviniera, y como los señores feudales eran los amos de la tierra y de todo y todos lo que en ella hubiera, ampliaban sus territorios a base de alianzas, en la mayoría de ocasiones selladas por matrimonios.

Para no aburrir con un largo listado de reyes y condes, nos plantamos con la ya real, consolidada y fuerte Corona Catalana-Aragonesa, o Aragonesa- Catalana, que me da igual.

Su peculiaridad: el rey debía jurar lealtad a las instituciones propias de cada reino. Esto es, por separado en Aragón, Cataluña, y hasta Sicilia.

En una suerte de modernidad del alto medievo, la unión de los dos territorios lo fue al estilo federal o confederal.

En este punto me voy a atrever con otra cuestión: que si reino, que si condado, que si rey, que si conde.

Con un simple vistazo a la historia (aconsejable que con espíritu crítico y mente abierta), el hecho de que el señor feudal más fuerte fuera coronado rey (o aupado al trono, como prefieras), y con ello pasaba a convertirse de Conde a Rey, y su condado en reino, no hacía falta más que el Papa o un obispo te coronaran, haciéndose así su voluntad.

Volvamos al norte, dónde los señores-vasallos de los francos se habían independizado, formado y fortalecido un Condado. Su expansión, lógica y natural fue por el mediterráneo. El Condado de Cataluña, que a los albores del siglo IX y X, ya tiene carta de naturaleza “propia”, no pasó nunca a ser reino. Esto es, cambiar lo de condado por la palabra reino, porque así lo decidieron sus dirigentes, si bien, parece ser, que en algún momento estudiaron el tema.

La vanidad de ser llamado Rey de un Reino, en vez de Conde de un Condado, no nos puede hacer perder de vista que igual o más poderoso podría ser. En el nombre no radicaba su fuerza.

Mientras tanto, por la parte oeste peninsular, el pequeño reino de castilla había crecido (conquistas, anexiones, alianzas matrimoniales, etc).

Y llegamos al punto que os quería contar, y de ahí el título de este artículo. Salvo el Reino de Granada y Navarra, (uno musulmán y otro cristiano), los dos grandes eran los formados por Castilla, por un lado, y Aragón y Cataluña por el otro. De aquí a una alianza matrimonial hay un paso.

No estoy muy segura si Fernando II de la Corona Catalano-Aragonesa, vino un poco de rebote al trono. Pero, lo cierto es que Isabel I no estaba destinada a reinar ni de inicio, ni en medio. Pero, tantas muertes por el medio y alguna que otra conspiración palaciega, al final la auparon al trono castellano.
Y todo esta filípica para concluir que en Castilla, mandaba Isabel, y en sus guerras; y en Catalunya y en Aragón mandaba Fernando. Cada uno en su caballo.

La Historia continua: pero para la formación de los modernos Estados allá por finales del siglo XVIII principios del XIX, (por ejemplo, Italia nace como tal en, 1830), tendrá que pasar primero la época feudal, su fin, por la trasformación al absolutismo, al despotismo ilustrado, el Imperialismo, y unas cuantas guerras más.

Pero no nos adelantemos tanto. Antes, nacerá el llamado Imperio de los Reinos de España, junto con el inglés, el francés, la alemana, y a la chita callando, el belga. Aunque esa es, también, otra historia.
Para ilustrar dónde estaba situado cada cual allá por el Siglo XV, os dejo unos mapitas. Ay!,perdón. Siempre me olvido de Portugal.

Después de todo, que cada cual saque sus propias conclusiones sobre el término "Re-conquista".





PS: Desconozco los autores de los mapas, pero nada me alegraría más que poder mencionar su autoría, previa a su consentimiento, por supuesto.




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