Me caNsé. Me cansé de que me
sangrara el alma y vendar las heridas de otros. De ocuparme, de preocuparme de
que se curaran, de solucionar los problemas de los demás antes que los míos. O
los pasaba por delante.
Me caNsé, sin esperar nada a
cambio, sabiendo que luego me iría a mi rincón por los días que fuera necesarios,
en soledad, conmigo misma, para curar mis heridas, mis tribulaciones. Me cansé,
sin esperar que hubiera alguien dispuesto a escuchar mis tribulaciones, por no
molestar, y porque sé que a pocos, muy pocos, están dispuestos a escuchar. En hacer
ese pequeño esfuerzo.
Me caNsé de hacer de secretaria,
de criada, de mecánico, de planchista, de manager, de hombro para llorar, de
organizadora, de empujar para que las cosas salieran para adelante, de
solucionar temas de otros. Antes que los míos. Después todo lo mío, y yo
solita. En realidad, hasta donde podía
mermar por la batería muy baja.
Oh!. “Sí, esa chica tiene capacidad
para eso y más”. Pero eso no da derecho a nadie a esperar que te lo hagan
soluciones, enfoquen, limpien,…
Nadie quiere escuchar miserias humanas.
Nunca fui a dada ello por ese motivo, Así que me caNsé de escuchar las de los
demás.
Poner en orden mi vida, mis
ideas, mis planes, mis proyectos, levantar un hogar, conlleva tiempo y
esfuerzo. Así que me caNsé de dejarlo en segundo plano por mi tendencia a acudir
al otro antes de acabar lo mío. Cuando se emplea en exceso, se usa y abusa de
una palabra, ésta queda vacía de contenido y se prostituye.
Quién lo ha consentido: Yo. ¿Por qué?: A parte de por una muy inculcada
obligación del ”deber” de hija, hermana,
compañera, amiga, y todo los demás papeles en que nos desdoblamos muchas mujeres,
los que me conocía y conocen utilizan el sistema de alejamiento temporal hasta
que se me pasara la hartura, el agotamiento, el cansancio. Saben que estoy en
mi rincón, y una vez pasó el pequeño huracán mental, vuelta al ataque.
Éste ME CANSÉ lleva un punto y final.
No ha sido fácil ni cómodo llegar a esta conclusión. Me ha llevado muchas horas
de mirarme al espejo, verme, y mirar en
mi interior y verme. Desaprender poco a
poco como quien cambia la piel de una serpiente que debe arrastrase por el suelo
hasta encontrar algo pinchoso que le ayude a estirar de la piel muerta.
Y, ahora toca entrenar la mente, para
cuando me vuelva a dar esa mezcla de entre innato- aprendido, distinga lo que
impuesto por aprendizaje egoísta e interesado, y me quede solo con lo innato.
Así, que lo primero que ya puse en
práctica es dejar de presentarme como voluntaria. Ésta técnica-estrategia tiene
una consecuencia práctica: verás quien viene, quien se queda, quien estaba.
Hace tiempo que aprendí que es un
error da consejos a quien no te los pide... Os diría más: puede ser
perjudicial. De vez en cuando aún me queda el ramalazo. ¡Una que es dura de
mollera!. Pues, a entrenarme más.
Así que dejo de presentarme para
voluntaria en las guerras de los demás, salvo que me pidan ayuda. Y, en la
medida que mis fueras y tiempo puedan, ahí me tendrá. Como siempre, pero de otra
manera.
El respeto por uno mismo comienza
en uno mismo. Y a quien no le guste, que busque en otro lado. De hecho, es lo
mejor que un buen amigo puede hacer: que aprendan a ser responsable de sus actos,
sus problemas, sus dubitas, sus desordenes, sus gestiones, y todo lo demás, que no es poco.
Y si a ese alguien no le gusta,
pues tal vez no debería estar aquí, pero ya sabe que no encontrará la “solucinadotodo”,
“ocúpate tú, que sabes más”, desde un huevo frito a un tema judicial o legal.
Me caNsé, de esperar, de dar sin
que me lo preguntaran (no podría nada a cambio, nunca), de olvidarme de mi vida,
de que hay personas que pasan sus prioridades por encima de las demás. No lo
critico.
Lo que digo es que no esperen
más. Me caNsé.
Sigo curando mis heridas acurrucándome
un rincón, sin molestar a nadie (porque nadie quiere ser molestado), y viviendo
mi vida sin plenitud, porque cada vez que volvían a crecerme las alas, pasaba
algo que me las cortaban.
Quien lo quiera ver limpio, que limpie.
Quien quiera ver la nevera llena, que la llene. Quien quiere tener todas las gestiones
al día y sin pagar prenda, que las haga; quien quiera montar un negocio que se
remangue. Quien quiera solucionar sus problemas sentimentales, que vaya a un
psicólogo o hable con quien deba, o tome una decisión por sí misma; quien
quiera la ropa limpia, planchada y en el armario, que lave, planche y ordene.
Eso es lo primer o que hay que ordenar: tu casa. Y, o lo hacen mismo, o pagas
para que te lo hagan.
Quien necesite un community
manager, una correctora lingüística, una enfermera, un a gestora fiscal, un
abogado, una recadera, una limpiadora, una manitas arreglalotodo, que lo busque
y que lo pague. ¡Caray! Lo curioso es que cuando lo han hecho han pagado. Pues,
se acabó.
Mi espalda tiene un límite de
carga sobrepasado hace tiempo. Me iba a terapia, me la arreglaba y otra vez.
Soy consciente de que sigo
teniendo ciertas responsabilidades indelegables (ni tan solo compartidas), por
cuestiones que no dependieron de mí, -digamos que heredadas-, pero de las que
sí me toca el papel, pero que no esperen que vaya corriendo, llegue sin aliento
y me lo cargue a las espaldas.
Nunca he chantajeado moralmente a
nadie para que me solucione mi vida, para que cura las heridas. Ni lo he
pedido, Pocas meces me he encontrado a alguien, pero solo por un ratito, porque
es agotador ¿Verdad?.
Lo que parece es que este cuaderno
de quejas que me ha salido, viene a concluir con lo que dijo un sabio o una sabía:
primero cuídate de ti, ponte fuerte, vive la vida que realmente quieres, y solo
así, podrás dar luz a los que te rodean. Y, ayuda o reconforta hasta el un tope
en que no te dañe. Y, yo añado dos razones: primera, porque lo mejor que puedes
hacer es enseñar a esa persona a que sepa caminar por la vida; y, la segunda,
porque volveré a mi rincón a cargar la energía gastada, y me verán, y me
dejarán en ese rincón hasta que salga otra vez.
Así que, vive tu vida, no jodas a
los demás, deja algo de provecho en este mundo y, si tienes la suerte de alguien
te regale una rosa, disfruta de ella, sabiendo que tiene espinas.
Y, de vez en cuando tiende la
mano a alguien para que se levante. Ese día el Mundo será algo mejor.
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