miércoles, 14 de febrero de 2018

CUANDO LA PAREJA ES 1


Ella había quedado con una vidente, una tarotista. A pesar de su mentalidad racionalista, se encontrada perdida en sí misma, liada y aturdida. En uno de esos momentos de debilidad que se cogía a lo que sea para salir de esa niebla espesa que nublaba su cerebro.

Fue recomendada. Le habían dicho que era buena, no de aquellas charlatanas, estafadoras, que no te dice lo que quieres oír para sacarte, con gusto, el dinero.

El día y la hora de la cita estaba allí, puntual,  delante de la puerta de la tarotista-vidente. Levantó la mano, apuntó con su dedo al piso del interfono. Bajó la mano. “¿Pero, qué estoy haciendo aquí?, ¿me voy a gastar un dinero en media hora, tal vez una hora,  que me cuesta mucho ganar para que me digan cuatro tonterías?. Volvió a levantar la mano y tocó el timbre.

Subió las escaleras, llamó a la puerta. Y una señora, vestida con bata de estar por casa, no mucho mayor que ella le abrió la puerta. Se presentaron casi con frialdad; desde luego con cierto escepticismo por parte de la chica. Y, notó que la tarotista percibió ese escepticismo inicial. No era nueva en el oficio.

A su vez la tarotista pensó:” Bueno, ya veremos dentro de un rato.”

Era un piso particular (como siempre, supuso la chica). Un dinerito extra no va mal!.
La hizo pasar a una sala donde le explicó que era allí donde hacia sus sesiones. La mantenía con una vibración y armonía adecuada. No en vano pasaba mucha gente con energía negativas que debían ser limpiadas para mantener su buena “visión”.

Empezaron a hablar. Al principio preguntas sin ningún trasfondo místico-esotérico pensó. De dónde era, a qué se dedicaba, bla, bla bla….

Se equivocaba. Estaba estudiándola, poco apoco, para saber a quién tenía delante, cuál era su punto débil, que le preocupaba en el fondo. Con todas las respuestas de la chica, y con todas las preguntas que la vidente le iba haciendo a medida que trascurrían los minutos de la sesión, la tarotista iba tejiendo sus respuestas.

Pasaban los minutos y el elixir que tanto anhelaba beber no aparecía. ¿Por qué repuñetas vengo a que me digan lo que ya se, o consejos manidos que podría leer en cualquier revistucha?. Ya conozco mi pasado, por eso es pasado. Ella misma no se consideraba una chica, una persona, atolondrada y con más pájaros en la cabeza que neuronas. “Somos así”- pensó- necesitamos que nos digan lo que ya sabemos”.

Pero, en un momento de esos de tú me dices - yo te digo, y voy hilando cual tejedera para que te quedes empapada en esa sustancia viscosa de la red, ocurrió algo. Le preguntó:” tienes pareja”. Ella respondió muy segura y firme”: Si, claro, tengo pareja”.

Y la vidente- tarotista en bata de estar por casa le contestó: “pues las cartas dice que estás sola. No veo ninguna pareja”.

El mundo se hundió bajo sus pies. No era posible, llevaba con esa persona bastante tiempo,. Años.  Pero, en el microsegundo después del hundimiento del Titánic se dio cuenta que eso era lo que había venido a buscar.

- “Mira” - continuó la tarotista, que ya había encontrado por puro arte de dominar la psicología más básica y elemental de los sentimientos humanos la clave de bóveda- “Puede que vivas con otra persona, pero no en pareja. Una pareja son 2. Y aquí solo hay 1. Y ese 1 eres tú. Una persona no puede llevar toda la carga de 2, de lo que es una pareja. Una persona no puede amar por dos. Estás en un engaño”.

Acabada la sesión tarótico-psicológica, y la vidente, ahora sí, la despidió con dos besos, Tal debía ser la cara de descoloque de la chica.

Bajó a la calle. Esperó el autobús. Durante el trayecto devuelta a casa, decidió bajarse en una parada que estaba más de 5 km de casa. ¿De qué casa?. Necesitaba caminar.

Casi como una autómata paseo por todas las calles y callejuelas que le llevaban a casa. No sabe cuántas horas estuvo deambulando, dándole en la cara el aire frio de la noche que tanto agradecía. Le habían dicho lo que hacía tiempo, demasiado tiempo, tal vez años, intuía: era ella sola la que mantenía en pie una pareja. Cuántas indirectas de amigos y conocidos le venían a la memoria. Sus pies parecían no posar el suelo. Ese mundo que creía haber construido se había desmoronado como un castillo de naipes con un simple soplo.

¡Cómo había podido ser tan idiota!, ¿Cómo se había dejado manipular de esa manera? Por amor. Por un amor malentendido, irreal, inexistente (tal vez solo el primer año, tal vez hasta el segundo).
Llevaba tiempo que el jarrón se había roto y por mucho que lo recompuso con loctite, las grietas estaban, y nunca más vuelve a ser el miso jarrón. Lo sabía, pero cuando lo conoció era la primera vez en años que sitió que encontraba la estabilidad. Le habíandado migajas de cariño de vezen cuando.
Lo sabía, y aún así  lo había hecho durar años incensarios y perdidos de su vida. Pensó en ese momento.

Cuando llego a casa ya lo había decido: era el día del punto final. Doloroso. Pero, más doloroso y perjudicial para sí misma era seguir en una relación en la que solo existía para ella.

Años más tarde, se dio cuenta que tampoco había perdido parte de su vida. Había aprendido una lección necesaria. Ella necesitaba esa lección, Y la vida se la dio. Se dio cuenta que se había hecho fuerte, había dejado muchos de sus fantasmas atrás. Y, cuando digirió el duro aprendizaje, dejó de ser dura con ella misma porque, sencillamente, buscó lo que le faltaba, lo que se le habían escatimado. Y había sido lo suficientemente fuerte  inteligente para cambiar el rumbo de su vida. Una falsa por una real.

Se dio cuenta que para amar de verdad, de corazón, lo primero que necesitaba era estar en paz con ella misma, para después dar y recibir amor.

Dar y recibir. Tenía mucho por dar, y las puertas abiertas de forma consciente para recibir amor, cariño y comprensión.

Como dice el bolero: ”Tres cosas hay en la vida: SALUD, DINERO Y AMOR”. Los tibetanos dicen que hay un par de cosa más, pero esa es otra historia. A lo que vamos. A estas sabias palabras del viejo bolero, siempre me he preguntado si el orden en que lo cantan es el correcto. ¿Va antes el dinero que la salud?¿ el amor al dinero?¿ el amor a la salud?.

Está claro que si no tienes salud, poco puedes disfrutar del amor. Si tienes mucho dinero y poca salud, eso te ayuda, pero poco disfrutas de la vida, y menos del amor. Si tienes amor, pero ni un duro y una salud paupérrima, tampoco puedes disfrutar de la vida con tu compañero o compañera de viaje.
Aún estoy en ello.

Mientras tanto, “QUIEN TENGA ESAS TRES COSITAS, QUE LAS CUIDA, QUE LAS CUIDE”, trátate cómo lo que eres, una reina. O,un rey….





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