Ella había quedado con una vidente,
una tarotista. A pesar de su mentalidad racionalista, se encontrada perdida en
sí misma, liada y aturdida. En uno de esos momentos de debilidad que se cogía a
lo que sea para salir de esa niebla espesa que nublaba su cerebro.
Fue recomendada. Le habían dicho que
era buena, no de aquellas charlatanas, estafadoras, que no te dice lo que
quieres oír para sacarte, con gusto, el dinero.
El día y la hora de la cita estaba
allí, puntual, delante de la puerta de
la tarotista-vidente. Levantó la mano, apuntó con su dedo al piso del
interfono. Bajó la mano. “¿Pero, qué estoy haciendo aquí?, ¿me voy a gastar un
dinero en media hora, tal vez una hora, que me cuesta mucho ganar para que me digan
cuatro tonterías?. Volvió a levantar la mano y tocó el timbre.
Subió las escaleras, llamó a la
puerta. Y una señora, vestida con bata de estar por casa, no mucho mayor que ella
le abrió la puerta. Se presentaron casi con frialdad; desde luego con cierto escepticismo
por parte de la chica. Y, notó que la tarotista percibió ese escepticismo inicial.
No era nueva en el oficio.
A su vez la tarotista pensó:”
Bueno, ya veremos dentro de un rato.”
Era un piso particular (como
siempre, supuso la chica). Un dinerito extra no va mal!.
La hizo pasar a una sala donde le
explicó que era allí donde hacia sus sesiones. La mantenía con una vibración y armonía
adecuada. No en vano pasaba mucha gente con energía negativas que debían ser
limpiadas para mantener su buena “visión”.
Empezaron a hablar. Al principio
preguntas sin ningún trasfondo místico-esotérico pensó. De dónde era, a qué se
dedicaba, bla, bla bla….
Se equivocaba. Estaba
estudiándola, poco apoco, para saber a quién tenía delante, cuál era su punto
débil, que le preocupaba en el fondo. Con todas las respuestas de la chica, y con
todas las preguntas que la vidente le iba haciendo a medida que trascurrían los
minutos de la sesión, la tarotista iba tejiendo sus respuestas.
Pasaban los minutos y el elixir
que tanto anhelaba beber no aparecía. ¿Por qué repuñetas vengo a que me digan
lo que ya se, o consejos manidos que podría leer en cualquier revistucha?. Ya
conozco mi pasado, por eso es pasado. Ella misma no se consideraba una chica,
una persona, atolondrada y con más pájaros en la cabeza que neuronas. “Somos así”-
pensó- necesitamos que nos digan lo que ya sabemos”.
Pero, en un momento de esos de tú
me dices - yo te digo, y voy hilando cual tejedera para que te quedes empapada
en esa sustancia viscosa de la red, ocurrió algo. Le preguntó:” tienes pareja”.
Ella respondió muy segura y firme”: Si, claro, tengo pareja”.
Y la vidente- tarotista en bata
de estar por casa le contestó: “pues las cartas dice que estás sola. No veo
ninguna pareja”.
El mundo se hundió bajo sus pies.
No era posible, llevaba con esa persona bastante tiempo,. Años. Pero, en el microsegundo después del
hundimiento del Titánic se dio cuenta que eso era lo que había venido a buscar.
- “Mira” - continuó la tarotista,
que ya había encontrado por puro arte de dominar la psicología más básica y elemental
de los sentimientos humanos la clave de bóveda- “Puede que vivas con otra
persona, pero no en pareja. Una pareja son 2. Y aquí solo hay 1. Y ese 1 eres
tú. Una persona no puede llevar toda la carga de 2, de lo que es una pareja. Una
persona no puede amar por dos. Estás en un engaño”.
Acabada la sesión tarótico-psicológica,
y la vidente, ahora sí, la despidió con dos besos, Tal debía ser la cara de
descoloque de la chica.
Bajó a la calle. Esperó el
autobús. Durante el trayecto devuelta a casa, decidió bajarse en una parada que
estaba más de 5 km de casa. ¿De qué casa?. Necesitaba caminar.
Casi como una autómata paseo por
todas las calles y callejuelas que le llevaban a casa. No sabe cuántas horas
estuvo deambulando, dándole en la cara el aire frio de la noche que tanto
agradecía. Le habían dicho lo que hacía tiempo, demasiado tiempo, tal vez años,
intuía: era ella sola la que mantenía en pie una pareja. Cuántas indirectas de
amigos y conocidos le venían a la memoria. Sus pies parecían no posar el suelo.
Ese mundo que creía haber construido se había desmoronado como un castillo de
naipes con un simple soplo.
¡Cómo había podido ser tan
idiota!, ¿Cómo se había dejado manipular de esa manera? Por amor. Por un amor
malentendido, irreal, inexistente (tal vez solo el primer año, tal vez hasta el
segundo).
Llevaba tiempo que el jarrón se
había roto y por mucho que lo recompuso con loctite, las grietas estaban, y nunca
más vuelve a ser el miso jarrón. Lo sabía, pero cuando lo conoció era la
primera vez en años que sitió que encontraba la estabilidad. Le habíandado
migajas de cariño de vezen cuando.
Lo sabía, y aún así lo había hecho durar años incensarios y
perdidos de su vida. Pensó en ese momento.
Cuando llego a casa ya lo había decido:
era el día del punto final. Doloroso. Pero, más doloroso y perjudicial para sí
misma era seguir en una relación en la que solo existía para ella.
Años más tarde, se dio cuenta que
tampoco había perdido parte de su vida. Había aprendido una lección necesaria.
Ella necesitaba esa lección, Y la vida se la dio. Se dio cuenta que se había
hecho fuerte, había dejado muchos de sus fantasmas atrás. Y, cuando digirió el
duro aprendizaje, dejó de ser dura con ella misma porque, sencillamente, buscó
lo que le faltaba, lo que se le habían escatimado. Y había sido lo suficientemente
fuerte inteligente para cambiar el rumbo
de su vida. Una falsa por una real.
Se dio cuenta que para amar de
verdad, de corazón, lo primero que necesitaba era estar en paz con ella misma,
para después dar y recibir amor.
Dar y recibir. Tenía mucho por
dar, y las puertas abiertas de forma consciente para recibir amor, cariño y
comprensión.
Como dice el bolero: ”Tres cosas
hay en la vida: SALUD, DINERO Y AMOR”. Los tibetanos dicen que hay un par de
cosa más, pero esa es otra historia. A lo que vamos. A estas sabias palabras
del viejo bolero, siempre me he preguntado si el orden en que lo cantan es el
correcto. ¿Va antes el dinero que la salud?¿ el amor al dinero?¿ el amor a la
salud?.
Está claro que si no tienes
salud, poco puedes disfrutar del amor. Si tienes mucho dinero y poca salud, eso
te ayuda, pero poco disfrutas de la vida, y menos del amor. Si tienes amor,
pero ni un duro y una salud paupérrima, tampoco puedes disfrutar de la vida con
tu compañero o compañera de viaje.
Aún estoy en ello.
Mientras tanto, “QUIEN TENGA ESAS
TRES COSITAS, QUE LAS CUIDA, QUE LAS CUIDE”, trátate cómo lo que eres, una
reina. O,un rey….
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