domingo, 1 de mayo de 2011

Amb els mateixos ulls/ Con los mismos ojos

Es deia Hassan.Va ser un client de quan exercia a Barcelona com advocada. No m'enrecordo ben be per quin tema va ser: si per estrangeria o per penal. No era mal noi. El seu germà gran ja feia uns anys que era resident legal i ell volia continuar els seus pasos i fer la seva vida. El tema pel que em van assignar com la seva advocada era poc greu, però no parava de venir al despatx amb petites excuses de consultes. Jo el vaig acaban rebent com si m'agafes un kit-kat. Feiem petar la xarreda una mica i ell marxava content. O, a mi m'ho semblava.
Un dia em va comentar que ell preferia les dones europees per la mentalitat, per què volia i buscava una altre cosa. "Si volgues casar-me, ja ho estaria fa temps al Marroc".
Les converses de les últimes visites acabaven amb temes més personals. Es va entestar en saber l'edat que tenia. Jo em feia de pregar una mica, i li deia que ho digués ell. "Tú, tú eres ás joven que yo". -Por què?, li preguntava, -"seguro, lo eres, lo pareces". Ell tenia 28 i yo 32.
Al final un dia li vaig dir, no abans de preguntar-li si saber la meva edat canviaria en res alguna cosa. "Claro que no". La cara li va canviar. No s'ho volia creure. No podia ser. Jo semblava més jove que ell, havia de ser més jove que ell." Tu no tienes más de 25".
No, Hassan, y soy la misma persona que antes de que supieras mi edad, no es cierto?.- "Si", em va respondre.
No va tornar mai més al despatx.
Molt sovint ens fent una composició d'una persona segons ens convé, segons les nostres creences, segons l'aparença en el vestir, pel seu treball, o segons ens convé que creguin. Les nostres opinions, creences o qüestions personals més intimes les reservent per aquells que ens mereixen la nostra confiança. No hi ha cap obligació d'anar escampar res. Ni l'edat que tens.
Però, malauradament, molt més sovint del que seria saludable per evitar tanta aparença i mascarades, no diguem  ni expliquem el que sentim, ni el que ens passa o ha passat, el que pot ser hem fet alguna vegada, inclús alguna determinada malantia, per què, inexorablement, ens miraran de forma diferent a partir d'aquell moment, com si fossin persones diferents de les que eren segons abans.
Si algun dia,amic meu, t'explico que vaig fer ahir, o fa un any, mira'm amb els mateixos ulls, si us plau, sóc la mateixa persona.





Se llamaba Hassan.Fue un cliente de cuando ejercía en Barcelona como abogada. No me acuerdo bien por qué tema fue: si por extranjería o por penal. No era mal chico. Su hermano mayor ya hacía unos años que era residente legal y él quería seguir sus pasos y hacer su vida. El tema por lo que me asignaron como su abogada era poco grave, pero no paraba de venir al despacho con pequeñas excusas para consultar. Yo le acaban recibiendo como si me cogiera un kit-kat. Charlábamos un rato y él marchaba contento. O, a mí me lo parecía. Un día me comentó que él prefería las mujeres europeas por la mentalidad, porque quería y buscaba otra cosa. "Si quisiera casarme, ya lo estaría hace tiempo en Marruecos". Las conversaciones de las últimas visitas acababan con temas más personales. Se empeñó en saber la edad que tenía. Yo me hacía de rogar un poco, y le decía que lo dijera él. "Tú, tú eres más joven que yo". -Por qué?, Le preguntaba, - "seguro, lo eres, lo pareces". Él tenía 28 y yo 32. Al final un día le dije, no antes de preguntarle si saber mi edad cambiaría algo. "Claro que no". La cara le cambió. No se lo quería creer. No podía ser. Yo parecía más joven que él, tenía que ser más joven que él. "Tú no Tienes más de 25". No, Hassan, y soy la mísma persona que antes de que supieras mi edad, no es cierto? .- "Si", me respondió. No volvió nunca más al despacho. Muy a menudo nos hacemos una composición de una persona según nos conviene, según nuestras creencias, según la apariencia en el vestir, por su trabajo, o según nos conviene que crean. Nuestras opiniones, creencias o cuestiones personales más íntimas las reservas para aquellos que nos merecen nuestra confianza. No hay ninguna obligación de ir enarbolando nada. Ni la edad que tienes. Pero, desgraciadamente, mucho más a menudo de lo que sería saludable para evitar tanta apariencia y mascaradas, no decimos ni explicamos lo que sentimos, ni lo que nos pasa o ha pasado, o lo puede que hiciéramos alguna vez, incluso alguna determinada enfermedar, porque, inexorablemente, nos mirarán de forma diferente a partir de ese momento, como si fueramos personas distintas de las que eramos segundos antes. Si algún día, amigo mío, te cuento que hice ayer, o hace un año, mírame con los mismos ojos, por favor, soy la misma persona.

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